¿Que has hecho tú?

¿QUÉ HAS HECHO TÚ?

Nuestra vanguardia, invencible,
ve con asombro, con pena,
sombras en la retaguardia:
los emboscados que quedan.
Hombres que nunca sintieron
la tormenta de la guerra,
las granizadas de acero
y los volcanes de tierra.
Pero, en cambio, viven bien
en Barcelona y Valencia;
algunos, aun en Madrid
con nuestra sangre comercian.

Saberlo bien, emboscados,
vividores de la guerra:
Muy pronto regresarán
soldados de las trincheras.
Vendrán cubiertos de gloria,
con la España sin cadenas,
pero con rostros curtidos.
Con corazones de piedra.
Con la voz ronca del polvo.
Con palabras justicieras,
han de hacerte esta pregunta,
aguardando la respuesta:
"¿Qué has hecho tú, camarada?
¿Qué has hecho tú por la guerra?"
Piensa que has de contestarle
y consulta tu conciencia.

Poeta Anónimo

El Enlace

EL ENLACE

Los ojos, de par en par,
los pulsos, firmes y tensos,
(para verme ha detenido
su velocípedo el viento),
cruzo pinares inmensos,
buscando a mis camaradas.
Paso, corro, salto y vuelo
entre la noche y el día;
el parte, aquí, junto al pecho...
No sé si una hora vendrá
en que sea un clavel negro
-la máquina destrozada-
bajo el aire y sobre el suelo.
¡Mas el deber no conoce
la vacilación ni el miedo!
La Revolución me llama
y a su campana me debo.
Le doy esta juventud
que me ciñe el cuerpo entero
y me desborda los puños
como un amplísimo sueño.
Que no me importa morir
si otro ha de ocupar mi puesto,
si el parte llega a sus manos,
si el parte entregarlo puedo...
Hombres que saben cumplir
como nosotros lo hacemos
-los ojos, de par en par;
los pulsos, firmes y tensos-,
¿qué han de temerle a la muerte,
si son muchachos resueltos?
(Más han de temer la vida
vergonzosa del cabestro).
Amigo, si me muriera
no pongas oscuro el ceño.
-Tus ojos, de par en par;
tus pulsos, firmes y tensos-.
¡Tendré un sitio en la memoria
más alta y roja del pueblo!

Poeta Anónimo

Estampa Popular

ESTAMPA POPULAR

El pueblo estaba durmiendo
en aquella madrugada
y unos grupos de soldados
hasta sus puertas llegaban.
Venían cubiertos de polvo
y en sus miradas cansadas
había rayos de alegría
empañados de nostalgia.
Y a pesar de que dormía
el pueblo de Mejorada
despertó para ofrecerle
al Ejército sus casas...
Unas muchachas bonitas
se asomasn a sus ventanas
saludando a los soldados
que están defendiendo a España.
En la vega deliciosa
y de olores estampada
unos brazos femeninos
sin inmutarse trabajan,
y los soldados del pueblo
admiran a las muchachas
que por la patria querida
entre sol y sol trabajan...
Cuando el Sol se está poniendo
en la castellana plaza
fraternizan con cariño
los soldados y muchachas.
Se escuchan las melodías
de una música cercana,
y chiquillos y mujeres
puños al aire levantan
al desfilar arrogantes
los soldados de la Patria.
¡Así es el pueblo español,
que labora y que trabaja!
¡Así son nuestros soldados!
¡Así son nuestras muchachas!
¡Todos juntos a la lucha!
¡Todos juntos por la Patria!
¡Todos fuertemente unidos
por la victoria cercana!

A. A. B.

A Madrid

A MADRID

Madrid, corazón de España
angustiado y dolorido,
rasgado y escarnecido
con cruel y sangrienta saña.
Ese latir que acompaña
a la muerte que te espía
pregona ya tu agonía
y su ritmo triste y lento
anuncia el postrer momento
de tu existencia sombría.

Madrid, pueblo desgraciado,
¿qué delito has cometido
para no haber merecido
ser hoy más afortunado?
Ya que aún no estás desahuciado
y cambiar puede tu suerte,
¡ánimo!, siéntete fuerte,
pon tus ojos en España
y rompe ya esa guadaña
con que te acecha la muerte.

Tú, aquel Madrid bullicioso,
alegre, sano y castizo,
el del singular hechizo,
dicharachero y gracioso.
Tú, aquella villa del oso
y del madroño gentil,
la del temple varonil
y el garbo majo y chispero,
¡tú, con un puñal de acero
en tu pecho de marfil...!

Tú, aquel Madrid que hizo gala
de alegría chispeante.
Tú, aquel Madrid rebosante
de luz, como una bengala,
tú, de la gloria antesala
(a la cual se iba en un vuelo
porque de Madrid al Cielo);
¡tú, aquel de España florón,
hoy marchito y por el suelo,
siendo carne de cañón...!

¡Ya no alegran la pradera
las alegres modistillas
de Chamberí y Maravillas
con risa cascabelera!
¡Ya no animan la Ribera
ni el típico Lavapiés
las canciones y cuplés,
y la estatua de Cascorro
ya no ve un alegre corro
de chavales a sus pies!

¡Ya no ríen, porque lloran,
esas fuentes peregrinas
de las aguas cristalinas
que el Prado bello decoran!
¡Y hasta parece que imploran
el Neptuno y la Cibeles
a esos verdugos crüeles
que, porque Madrid resista,
no quieren tender la vista
hacia los Carabancheles!

Madrid, pues tu patriotismo
ha de ser tu salvación,
ten conciencia y corazón,
¡no te mates a ti mismo!
¡Tú, que diste de heroísmo
un ejemplo a las naciones,
rompe ya los eslabones
de esa cadena maldita;
mira que España te invita
antes que hablen los cañones!

Mas no, tú eres prisionero;
eres la última conquista
de la canalla marxista
que aborrece el mundo entero.
Tus quejidos lastimeros
los ahogaron los fusiles;
tus arranques varoniles
en sangre se disiparon
y los valientes regaron
con su sangre los Madriles.

Por eso los nacionales,
los que luchan por España,
en una heroica hazaña
llegan hoy a tus umbrales.
Allí sientan sus reales,
te ponen cerco, de suerte
que el ansia de poseerte
es el afán de abrazarte,
y con su abrazo librarte
de las garras de la muerte.

¡Y al final de la campaña
contra el poder de Moscú,
puesto que España eres tú,
Madrid, tú serás España!

Poeta Anónimo

La Madre del Miliciano

LA MADRE DEL MILICIANO

Sin luz del cielo en los ojos,
sin luz de luna en las manos,
espera noches de niebla
la madre del miliciano.
Abierta está la ventana;
el cielo dibuja un arco,
los montes sombras dibujan
en los filos del ocaso.
Las cenizas languidecen
en el hogar apagado.
Muda, la noche camina
entre banderas de raso.
La luna vierte su lumbre,
vierte su lumbre en el lago,
y ante las yertas cenizas,
junto al hogar apagado,
besa el recuerdo del hijo
la madre del miliciano.
La recia lucha del frente
llama a los sueños lejanos.
La madre piensa en el hijo
que lucha de miliciano
y que duerme en las trincheras
sin caricias de sus manos.
Con la plata de la luna
el cielo dibuja un arco,
los montes sombras dibujan
en los filos del ocaso;
sombras de noche y de luto,
sombras de luto y de espanto.

Poeta Anónimo

Romance del Fusilado

ROMANCE DEL FUSILADO

La fuente que hay en la plaza
llora por sus cinco caños.
El pueblo, ya no es el pueblo.
El campo, ya no es el campo.
Las callejuelas desiertas
envuelven silencios largos,
y todas las casas miran
con sus ventanas de espanto.
Los mozos... ¡si los hubiera!
Las mozas... mejor no hablarlo.
Las viejas, todas las tardes
vienen a llenar sus cántaros
-los españoles de luto
sobre sus cabellos blancos-
y los suspiros de pena,
el aire van ensanchando.

¡Tragedia del pueblo, pueblo!
¡Lástima del campo, campo!
Y la fuente de la plaza
llora por sus cinco caños.

Tres días, con sus tres noches,
le fueron busca, buscando.
Tres días con sus tres noches...
Le cogieron la del cuarto.
Entre dos guardias civiles
por las calles le llevaron;
mirar húmedo, de viejos,
le iba siguiendo los pasos.
Erguida la altiva testa,
a la espalda las dos manos...
¡Quién sabe qué lejanías
iban sus ojos mirando!
La compañera del preso
-los ojos secos de llanto-
cantaba una nana absurda,
estrujando entre sus brazos
al chiquitín de su amor:

"El mundo está lleno de lágrimas,
la vida llena de dolor..."

El amanecer morado
iba vistiendo de obispos
a un horizonte de álamos.
Los fusiles apuntaban
contra el pecho proletario,
por cima de sus cabezas
se alzaba un puño crispado;
vibró potente el supremo
cantar revolucionario:
"¡Arriba, parias de la tierra...!"

El aire de la mañana
se quebró en cinco disparos.
Aquella Internacional
se le secó a flor de labios;
en medio del ancho pecho
cinco claveles brotaron
y el cuerpo cayó en la tierra.
Los ecos se despertaron
y recorrieron al pueblo,
gimiendo el asesinato:
¡Hoy mataron a un obrero!
Dos viejas se santiguaron;
un hombre vertió blasfemias,
y una mujer vertió llanto.

Los cinco claveles rojos
ya se estaban deshojando.
Zumbó una mosca azul-verde...
Allí mismo le enterraron.
Las tapias del cementerio
le contaban a los pájaros
que, pegado junto a ellas,
un hombre murió cantando.

Poeta Anónimo

Romance del Mozuelo que fue a la Guerra

ROMANCE DEL MOZUELO QUE FUE A LA GUERRA

El mozuelo va a la guerra
vestida de risa el alma,
risa de luz y rocío
en la mañana de plata.
El fusil firme en el hombro.
"¡No vayas, niño! ¡No vayas!"
El pisar fuerte y seguro.
"¡Mira, niño, que te matan!"
El burgués desde su miedo,
cobarde, sólo le daba
consejos de cobardía
que le abrasaban la cara.
El mozuelo va a la guerra
vestida de risa el alma.
Pasados los parapetos
la muerte, exacta, esperaba.

Sombra en fuego de su sombra,
sus compañeros ya marchan,
y le gritan a la muerte,
medio llorando su rabia;
y al burgués los ojos secos,
su desprecio sin palabras:
y al cielo, aceros al aire,
el brillo de su venganza.
Cantar seco de fusiles.
Sus compañeros ya marchan.
Bañado en Sol es su paso
un flamear de esperanzas.

El mozuelo está tendido
sobre la loma tomada,
una sonrisa en los labios,
vestida de risa el alma.

Poeta Anónimo

Desde el Frente

DESDE EL FRENTE

¿Qué veo ahora en tus ojos
que antes eran dos luceros?
¿Qué veo ahora en tus labios,
labios que tanto rieron?
¿Qué pasa ahora en tu cara
que antes era como el cielo?
¿Es que temes por mi muerte?
¿Es que acaso no te quiero?
¡Qué apesadumbrada estás,
estando yo tan contento!
Quiero que miren tus ojos
como miraron en tiempos,
quiero que rían tus labios
como antaño se rieron,
quiero que alegres tu cara,
que antes era como el cielo;
quiero que, tampoco pienses,
en que acaso yo esté muerto;
quiero que pienses también
en que siempre yo te quiero;
quiero que pienses también
que a nuestra España defiendo,
que junta con mi Bandera,
está la mujer que quiero,
que eres tú mi dicha entera,
y ella la madre del pueblo;
que por ti doy yo mi vida,
y por ella, el mundo entero;
hasta que quede sin mancha
la Bandera que defiendo,
hasta que se quede limpia
la nación que yo más quiero.

Así que alegra esa cara,
abre esos labios, ¡mi cielo!,
que aunque estamos separados,
ya muy pronto nos veremos.

P.D. Adiós, Julica del alma,
adiós, ¡mi vida, ¡mi sueño!,
recibe con estas líneas
en tus "morricos" un beso...
Destacamento, Serué,
a veintiséis de febrero,
"cocinando" en la cocina
lo escribe un carabinero
que ya va para tres meses
que está haciendo de ranchero.

Poeta Anónimo

Ejército del Sur

EJÉRCITO DEL SUR

Une la tierra y el cielo
tupida cortina de agua
que incesante por los cuerpos
de los soldados resbala
y atravesando las carnes
hasta los huesos les cala.
Un barro espeso y rojizo
que las trincheras enfanga,
alrededor de las piernas
forma viscosas polainas.
El aire lleva el silbido
de las balas italianas,
el retumbar de cañones,
el moscardeo de alas
que de extrañas tierras vienen
a la conquista de España.
Humo, fuego, lluvia, barro,
son las fuertes pinceladas
que, grises, rojas y negras,
a nuestras fuerzas encuadran.
Medio envueltos en el barro,
relucientes por el agua,
estos músculos de hierro,
bajo las ropas mojadas
son la envoltura de carne
-carne curtida y tostada
por el Sol y por los vientos
y en el trabajo forjada-
que guarda dentro de sí
la altiva, indómita alma
del Ejército del Sur
que defiende contra Italia,
por tierras de Andalucía
la independencia de España.
El empuje resistieron
de las extranjeras armas
formando hombres y fusiles
infranqueable muralla
y ya en victorioso avance
contra el italiano marchan
y con furia de leones
al asalto se preparan.
Y su bravura y su brío
y su arranque cuando atacan,
reconquistan y redimen
pedazos de nuestra patria
que en zarpazos traicioneros
del italiano las garras
sangrientos y palpitantes
arrebatarnos lograra,
que hubo para ello traidores,
renegados y canallas
que porque odiaban al pueblo
hasta vendieron su patria.
Hay una tregua en la lucha,
callan las guerreras máquinas,
y en silencio los fusiles
sobre los brazos descansan.
Conmueve el aire el rasgueo
de una andaluza guitarra
y de las trincheras surge
una recia voz que canta:
"Traidores de mala sangre
quisieron vender a España,
pero la raza indomable
del pueblo español la guarda.
Vuélvete, italiano, a Italia."
Tras una copla, otra copla
sus sentimientos desgrana,
hondos sentires del pueblo
y arabescos de guitarra,
unidos, formando cuerpo,.
Así Andalucía habla.
Mas, ya enmudecen los labios,
comienzan a hablar las armas
y dicen al invasor
que es muy grande nuestra España
para que sea jamás
una colonia italiana;
nación que dominó al mundo
no tiene sangre de esclava.
El Ejército del Sur
resuelto y valiente avanza.
Medio envueltos en el barro,
relucientes por el agua
que resbala por sus cuerpos
y hasta los huesos le cala,
sus soldados, invencibles,
entre balas y metralla,
por tierras de Andalucía
en filas unidas marchan
a defender con sus vidas
la independencia de España.

Poeta Anónimo

Romance de Noche Triste

ROMANCE DE NOCHE TRISTE

Madrileña noche triste
con clara luna de invierno.
A pesar de tus estrellas
y tus alegres luceros,
bajo el manto de tus sombras
se cierne sólo el silencio.
Vigila bien, miliciano,
y a todo ruido está atento.
En el pueblo, en los hogares
descansan niños y viejos.
De pronto, en la noche triste,
un motor vibra sereno...
Un segundo de impaciencia...
Y otra vez vuelve el silencio...
¡Ahora son alas leales
las que besaron los techos
de las viviendas honradas
de los bravos madrileños!
Sigue el viejo su reposo
y el niño sigue su sueño.
El miliciano, en la noche,
alerta está y en su puesto.

Isabel

El Mejor Alférez

EL MEJOR ALFÉREZ

Eras el mejor alférez
de toda la alfarería.
Yo te vi salir contento
cuando te marchaste a filas
llevando en el corazón
la única estrella prendida
y en el alma el entusiasmo
que el patrio amor siempre inspira.
Yo te vi salir de casa
dejando en ella transida
de gozo y dolor a aquella
que fue tu madre bendita.
De gozo porque marchabas
con fe a jugarte la vida,
y de dolor porque, madre,
por tus destinos temía.
Y yo te vi despedir
allá en la noche tranquila
muy pegadito en la reja
a la moza que querías;
y entre reflejos de luna
vi asomarse a sus mejillas
dos gruesas perlas que presto
en tus labios recogías.
Luego te he visto en el frente,
siempre en la primera línea,
dando ejemplo a tus soldados
que al principio sonreían
con tu mocedad, y pronto
tu valor les sorprendía
cuando a otra novia, la Muerte,
de amores la requerías.
Te he visto en el Pingardón,
en Jarama, en Navafría,
en el frente de Vizcaya,
en Aragón y en Castilla,
en todas partes luchando
con valor y bizarría
y en todas partes venciendo
a las huestes enemigas.
Hasta que en un día aciago
vino para tu desdicha,
mas para gloria de España,
la Muerte a segar tu vida.
Aquella bala traidora
que rasgando el aire silba
se incrustó en tu corazón,
la mejor tumba que había.
Y atravesando la estrella
que sobre el pecho tenías,
corazón y estrella a un tiempo
con tu sangre se teñían.
España vino a besarte
tu frente pálida y fina
cuando amorosa la tierra
sus entrañas te ofrecía.
Te beso como una madre
que pierde toda su dicha
y te besó como novia
al darte la despedida.
Hoy ya pregona la Fama
tu hazaña heróica y sencilla
y tu nombre antes oscuro
se esclarece y se sublima...
No importa cómo te llamas
ni cual es tu patria chica;
Pedro, Juan, Francisco, etc.,
como dice la Doctrina.
Eras español y basta,
de Aragón o de Castilla,
de León o de Navarra,
andaluz o de Galicia.
Eras émulo del Cid,
aquel buen Rodrigo Díaz
que te legó por herencia
su honor y su valentía.
Y otra cosa también eras
para tu orgullo y mi dicha:
eras el mejor alférez
de toda la alfarería.

Tomás H. Redondo

A mi Hijo Salvador Zurro Giralda

A MI HIJO SALVADOR ZURRO GIRALDA,
CAÍDO EN EL FRENTE

Naciste hijo querido,
naciste de mis entrañas,
con orgullo lo pronuncio
y se me desgarra el alma.
Brotó tu sangre aquel día
del Cuartel de la Montaña,
y aún diste sangre para otro
de la que a ti te sobraba.
Eras sano y eras fuerte,
¡era muy grande tu alma!,
eras, como comunista,
alma desinteresada.
Cuando ya te repusiste
saliste a Santa Olalla,
luchaste como se lucha,
con entereza, con saña,
sacrificándolo todo
por defender a tu patria.
Descansaste siete días
y estaba en vilo tu alma;
decías que hacías falta
en los campos de batalla.
Y volviste para el frente,
a Robledo de Chavela,
y allí dejaste tu vida
clavada en una trinchera,
pues una bala traidora
te hizo caer en la tierra.
¡Descansa en paz, hijo mío!,
que los hombres no se acaban,
sobran para defenderla.
Nos sobran hombres y armas,
y si ellos se agotasen
tu madre empuñará el arma,
y dará su vida antes
tal como tú la enseñaras,
morirá en una trinchera
defendiendo nuestra causa;
que Agustina de Aragón
también defendió su patria.

Giralda

Nunca Jamás será Esclava

NUNCA JAMÁS SERÁ ESCLAVA

España la laboriosa
jamás derramó sus lágrimas
ante Felipe Segundo
ni ante el cruel Torquemada.
España, la roja y libre.
nunca jamás será esclava.
España la laboriosa
nunca sabrá verter lágrimas
ente los Francos y Molas,
Queipos de Llanos y Arandas.
Hacer frente sólo sabe
en el campo de batalla.
España la laboriosa
nunca sabrá verter lágrimas
ante las mil injusticias
que el vil fascismo le causa.
España, la roja y libre,
nunca jamás será esclava.
España la laboriosa
nunca sabrá verter lágrimas
ni jamás se humillará
ante la vil clerigalla,
ni ante el criminal fascismo,
ni ante obispos, ni ante el Papa.
España la laboriosa
sabe bien librar su causa;
ofrenda su roja sangre
entre cerros y montañas
por una España feliz,
libre, culta y democrática.
España, la roja y libre,
nunca jamás será esclava.

V. de Boda

Romance

ROMANCE

Quiero una novia derecha
como la espiga del campo,
serena como el lucero,
sana como el sol de mayo.

Que tenga mirar de madre
sus ojos de arroyo claro;
que cante como una niña...
que piense como un hermano...

Quiero una novia en quien fíe
como fío en mi caballo;
que me escriba mientras lucho:
¡Para ti bordan mis manos!
¡Contigo sueñan mis ojos
y por ti rezan mis labios!

¡Quiero una novia que rime
con la palabra collado!
¡Quiero una novia de bronce
con el corazón de nardo!

Magerit

Veredas del Pueblo

VEREDAS DEL PUEBLO

No hay vereditas más claras
ni más alegres veredas
que las veredas del pueblo,
¡ya te lo dijo el poeta!
Yendo por otros caminos
es muy fácil que te pierdas
y que nunca pueda estar
muy tranquila tu conciencia.
Fue en una tarde de julio,
tarde caliente y morena,
cuando emprendiste el camino,
¡malhaya la tarde aquella!
Que desde entonces España
se desangra por las venas
de sus hijos y sus campos,
y la miel de sus colmenas
se convirtió en odio y hiel
y en vientos de ruina y pena.
Pero le sobran alientos
de heroísmo que a la fuerza
en clarines de victoria
tienen que atronar la tierra
pregonando en alaridos
triunfales que sus cadenas
están rotas, y no hay quien
se atreva ya a componerlas.
Desde Córdoba a Teruel,
desde Toledo a Valencia,
el Ejército del pueblo,
como alud que se despeña,
va liberando a su patria
del yugo que la encadena;
de tan potente y audaz
no hay dique que lo contenga.
Cada infante en su fusil,
prendido en su bayoneta,
lleva un milagro de luz
cuajado de auroras nuevas,
y en su espíritu las alas
del bergantín de Espronceda.
¡Soldado del pueblo, vas
viento en popa a toda vela,
a reconquistar lo tuyo,
a librarte de miseria,
a hacer trizas tu ignorancia
con una fecunda siembra
de sueños y realidades!
¡Que ni de soñar siquiera
te dejaban los tiranos
que han despertado esta guerra!
Camino que no es camino,
ay, qué mal final le espera
al que te sigue y no va
por las alegres veredas
del pueblo, que son las claras
y por firmes duraderas.

Poeta Anónimo

Romance Rebelde

ROMANCE REBELDE

La Macarena lucía
los soles de sus alhajas.
¿Te acuerdas, viejo, aquel día?
Los tambores martillaban
tus oídos y tus sienes
y tu corazón lloraba...
Sollozos estrangulados
subían a tu garganta.
En un catre miserable
tu compañera expiraba,
el hambre la consumió
poco a poco... ¡como a tantas!
Y mientras, la vanidad
de los ricos paseaba
por las calles de Sevilla,
encendida como un ascua
en la luz de sus diamantes
lucía la Macarena
los soles de sus alhajas...
Jornales de medio duro,
hambre y miseria en las casas.
Junto al surco, el campesino
los terrones destripaba
derritiéndose los sesos,
quemándose las entrañas.
Sevilla, sumida en luto,
entre las piedras calladas
de sus callejuelas tristes,
pavorosas, desoladas,
sangre reseca del pueblo
clamando a gritos venganza.
Negro luto en los hogares
y rebeldía en las almas.
El odio envenena el aire...
Las narices dilatadas
de los sabuesos de Queipo,
que de sangre no se sacian,
olfatean carne roja
en la que clavar las garras.
Ahora la Virgen no tiene
ni brillantes ni esmeraldas.
Para su causa siniestra
Queipo las necesitaba:
Ya sin joyas se quedó
la Virgen de la Esperanza.
Pronto esas joyas serán
bombas de fuego y metrallas,
los brillantes de la Virgen
presto han de tornarse balas,
y harán que corra la sangre
de los pobres en riadas.
Niños, mujeres, ancianos,
pueblo que empuñas las armas
a tu Patria defendiendo:
la Virgen de la Esperanza
ya sin joyas se quedó
para que allá en Alemania
las conviertan en obuses,
para que hagan en Italia
más aviones, tanques... ¡Sangre,
sangre en que anegar España!

Poeta Anónimo

La Moza de Villarejo

LA MOZA DE VILLAREJO

Se peinaba la lunita
con un peine de luceros
y una estrellita jugaba
con las trenzas de su pelo.

Se iba a dormir presurosa
por los caminos del cielo
porque el lucero del alba
ya asomaba por los cerros.

Olía la madrugada
a mejorana y romero.
Un jilguerito piaba
en las ramas de un almendro.

Por entre mil olivares
pasaba silbando el viento
y a su paso iba dejando
de esta copla el dulce acento:

Para que tú tengas pan
en la guerra, compañero,
con el sudor de mi frente
la tierra para ti riego.

Arre, mulica, ligera;
arre, mulica, que quiero
con la reja del arado
ahondar en el duro suelo
para abrir su sepultura
al invasor extranjero.

Así cantaba, cantaba
la moza de Villarejo,
la cara como una rosa,
los ojos de raso negro,
el alma hechida de gozo,
henchido de gozo el pecho.
Así cantaba, cantaba
la moza de Villarejo.

Poeta Anónimo